Todos tenemos miedo a envejecer, ya que asociamos esa etapa con palabras tales como soledad, dolor, vulnerabilidad, dependencia, etc.

Pero más pánico nos da pensar en envejecer sin el control de nuestras facultades mentales. Hablar de condiciones tales como la demencia senil o el Alzheimer toca nuestras fibras más íntimas, aquellas que nos definen como un ser humano digno.

La dignidad se define como el respeto y estima que toda persona merece como ser humano. Es un derecho inviolable, fundamental y ligado a la libertad que tenemos desde que nacemos.

En el último siglo se ha duplicado la esperanza de vida en los países desarrollados. Esta realidad abre muchas incógnitas sobre el futuro de una sociedad con personas que tendrán una etapa de envejecimiento más prolongada. Por supuesto, no todos los adultos mayores terminarán su vida con las facultades mentales intactas.

Es por eso que la Organización Mundial de la Salud ha llamado a asumir las demencias seniles como una prioridad de la salud pública, y a hacer visibles los aspectos que conlleva el cuidado de estas personas y sus familias. Un aspecto fundamental es el respeto a su dignidad.

 

Por qué respetar la dignidad del paciente es crucial

 

La demencia es una enfermedad desafiante para todo el entorno familiar. Cuando un amigo o ser querido sufre de trastornos mentales nos es difícil aceptar los cambios de su comportamiento.

En muchos casos, la personalidad del paciente se altera de tal forma que una amable mujer comienza a usar palabras muy duras o un hombre que se desvivía por sus hijos deja de reconocerlos. Estas cosas son desgarradoras para la familia.

Si bien no hay realmente una manera de aliviar las dificultades de la demencia, para el paciente y sus seres queridos la enfermedad es más fácil de sobrellevar cuando se mantiene el respeto por la dignidad de la persona afectada. Tener siempre en cuenta que una persona que sufre de Alzheimer o demencia senil es un adulto y merece ser tratado como tal, ayuda a que la familia acepte la situación más fácilmente.

Es común que la gente crea que una persona con demencia en realidad “no está ahí”, o “no es él mismo” y permanezca ausente de la realidad. Pero esto no es cierto. Aunque las funciones mentales estén alteradas, los pacientes son muy sensibles y sus sentimientos son heridos o lastimados cuando no se los trata como adultos dignos. Por esto, los cuidadores profesionales están formados para el trato de estos pacientes y utilizan métodos de comunicación que cuidan este aspecto.

 

Cómo cuidar a un adulto mayor respetando su dignidad

 

Si bien hay muchos métodos para relacionarse con una persona con demencia, los cuidadores profesionales suelen utilizar estos sistemas:

 

1- Evita la condescendencia

Bajo ningún concepto trate a la persona con demencia o Alzheimer como un niño o un bebé. Se trata de un adulto mayor que durante ciertos períodos es perfectamente consciente de su estado de vulnerabilidad física y emocional.

En lo posible, siga tratándolo como lo hacía antes de la enfermedad. Evite usar lenguaje o tono infantil y no se comunique nunca con un lenguaje paterno o superior.

Siempre que pueda utilice palabras que no hieran su amor propio: prefiera “ropa interior” a “pañales”.

Trata de no usar un tono paternal o superior cuando hablas con el adulto mayor. Lo ideal es seguir comunicándose como lo hacías antes de su demencia.

 

2- Ayúdalo en las confusiones

Las personas que luchan a diario con su propio deterioro mental con frecuencia se dan cuenta de su propio estado. Intentar encontrar las palabras para terminar una frase o tratar de reconocer un rostro habitual puede ser muy frustrante.

En estas situaciones la actitud más humana es ayudar al adulto mayor a encontrar esas palabras o a recordar lo que se le está escapando.

Por ejemplo, cuando llega una persona podrías decir algo así como “Mamá, aquí llega María, la señora de Pedro que conocimos en la feria». Como en todas estas pautas, la idea es evitar la humillación de ser consciente de su olvido.

 

3- No temas usar pequeñas mentiras

A pesar de que nuestros mayores toda la vida nos enseñaron que no debemos mentir, a veces a los pacientes con demencia o Alzheimer es necesario decirles pequeñas mentiras para no herir sus sentimientos. En especial cuando decir la verdad puede hacer que pierda las esperanzas de estar mejor o que perciba su situación como patética o indigna.

 

4- Trátalo de la forma más normal posible

En general un adulto mayor con síntomas de deterioro mental es rápidamente dejado de lado en los encuentros con amigos o familiares.

Esto es devastador para el adulto mayor y empeora su estado mental.

Los cuidadores capacitados siempre se esfuerzan para que el paciente siga manteniendo vida social, saliendo a pasear o acompañando a reuniones y eventos.

Aunque su familiar puede necesitar alguna organización previa (por ejemplo, que el lugar no sea demasiado ruidoso) es perfectamente posible que pueda asistir a reuniones con amigos o familiares. Es la mejor manera de que su dignidad no se vea socavada por el rechazo de sus seres queridos.

 

5- Cuidado con la depresión

Cuidar a un ser querido con demencia o Alzheimer no es fácil, pero perder el rumbo sí lo es. En el afán de cuidar a una persona que no está en sus cabales podemos caer en gestos o palabras que lo hieran, se sienta humillado o lastimen su amor propio.

El orgullo suele ser un atributo mal visto o considerarse superficial, pero lo cierto es que existe como forma de afianzar nuestro valor como seres humanos ante los demás. Ese orgullo nos permite sobrevivir y seguir luchando aún en condiciones adversas.

Cuando herimos el orgullo de un adulto mayor lo que estamos haciendo es dañar su autoestima, su bienestar y su salud.

La pérdida de amor propio afecta la salud tanto o más que la demencia, incide en las relaciones personales y puede llevar a depresiones muy profundas o intentos de suicidio.

Por eso es necesario que los cuidadores tengan siempre presente que la dignidad de la persona debe protegerse, de modo que el adulto mayor pueda sobrellevar la difícil carga de la demencia con el menor sufrimiento posible. Al fin y al cabo, lo que todos queremos es que sus días sean felices.

Fuente:

Organización Mundial de la Salud

 

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